EL PODER DE MENDELSSOHN-BARTHOLDY: PIANO TRÍOS QUE REDEFINEN EL GENIO ROMÁNTICO
Los tríos para piano (violín y chelo) de Mendelssohn revelan un Romanticismo vibrante, lleno de virtuosismo y pasión. Les cuento por qué deberían escucharlos hoy mismo
Si no quiere leer, esta es la columna en mi propia voz. No leo como lo haría un locutor, me equivoco en ocasiones, pero soy yo mismo, no una voz clonada con inteligencia artificial (puede escucharse cómodamente a 1.5 de velocidad). De todos modos, sugiero leer la columna pues hay material audiovisual incorporado
Mi eterna admiración por Beethoven, a quien considero el más grande entre los grandes, no solo se debe a las innegables virtudes de este portento musical y a los cientos de horas de experiencias musicales maravillosas que sus obras me han regalado, sino también a que tengo mucha afinidad por la música del período romántico.


Se suele clasificar a toda la «gran música» como «música clásica». Es un error muy común, aunque ni siquiera me atrevo a considerar esta práctica como un error en su significado más peyorativo, pues quien así lo manifiesta no necesariamente intenta aplicar criterios históricos estrictos. Me parece que esa persona más bien se está refiriendo a lo que se conoce como el «período de la práctica común» en la música.
De modo pues que, si alguien está escuchando a Vivaldi y luego dice algo como «me encanta la música clásica», no está siendo exacto. La afirmación no tiene la rigurosidad histórica que algunos reclamarían, pero yo puedo, más o menos, comprenderlo: me parece que lo que dice es que le gusta mucho la música del «período de la práctica común», que fue compuesta aproximadamente entre 1600 y 1900. A lo mejor, dentro del gran volumen de obras compuestas en esa época, nuestro hipotético personaje prefiere el Barroco, pero yo entiendo lo que quiere decir.
La música del «período de la práctica común» fue compuesta aproximadamente entre 1600 y 1900
Sin el ánimo de ser taxativo, uno podría decir que, en la historia de la música, el «período de la práctica común», que duró más o menos 300 años (1600 a 1900), recorre los períodos Barroco, Clásico, Romántico y probablemente también el Impresionista.
Para algunos musicólogos más técnicos, este período puede definirse como el que, en la música occidental europea, transcurre entre la formación del sistema tonal y la creación del sistema atonal. Este período abarca aproximadamente desde el Barroco, en el siglo XVII, hasta finales del Romanticismo, en el siglo XIX, con una transición gradual, que incluiría a la música impresionista, hacia las tendencias atonales del siglo XX, lideradas por compositores como Arnold Schoenberg. Aunque, para decir la verdad, la que hoy llamamos «música impresionista» posee un sello estético propio, diferente del Romanticismo y, siendo algo laxos, podría entenderse como un «puente» hacia la atonalidad.
Para que no se nos quede en el aire, y de forma extremadamente sencilla (que es en realidad hasta donde yo llego), la música tonal empieza en un lugar muy definido (una nota) y, después de explorar diferentes sitios, regresa a ese lugar conocido, a su «hogar». En música, ese «hogar» es la tonalidad o la nota principal de la obra, a la que también se llama «tónica». Por ejemplo, si la pieza está en do mayor, uno siente que la nota do es el centro, y la música suele regresar a ella como un punto de descanso. De otro lado, en la música atonal no hay un «hogar» al cual volver; no hay un punto fijo que sirva de hogar tonal, un lugar al que se pueda regresar. Cada nota parece relacionarse con las demás de forma libre, sin una organización que nos dé claridad. Eso crea una sensación de apertura, de algo que se expande sin límites. Para muchos, este carácter suena como «liberador», pero para otros, como para mí, por ejemplo, esto suena muy extraño, como raro o caótico, porque falta esa estructura que nos ancla a un «hogar musical». Debe ser porque estoy viejo, pero el bus de la música atonal me dejó hace rato.
Debe ser porque estoy viejo, pero el bus de la música atonal me dejó hace rato
Pero volvamos a donde estábamos: la música del «período de la práctica común» incluye al Barroco, que va más o menos desde el nacimiento de la ópera, por los lados de 1600, hasta la muerte de Juan Sebastián Bach, en 1750. Luego viene la verdadera música Clásica, o Clasicismo, que comprende más o menos desde 1750 hasta 1810 o 1820. Allí tenemos, entre otros, a Haydn y a Mozart, compositores cuya contribución sentó las bases para que Beethoven y Schubert lideraran la transición hacia el Romanticismo, período que va entre 1810/20 hasta la primera década del siglo XX.
Les decía al comienzo que una parte de mi gusto casi delirante por Beethoven se debe a que las obras compuestas estando más maduro iniciaron el período Romántico, que me encanta. Este cambio de estilo de Beethoven no sucedió de un día para otro; sin embargo, y de nuevo, sin pretender ser muy taxativos, podríamos afirmar que el «punto de quiebre» para Beethoven se presentó en 1802 o 1803, especialmente con el llamado Testamento de Heiligenstadt de 1802, y la Tercera Sinfonía, compuesta entre 1802 y 1803. La verdad es que Beethoven se desvía del clasicismo puro en piezas como la ya mencionada Sinfonía n.º 3 «Eroica», la Sinfonía n.º 5, el Concierto para piano n.º 5 «Emperador» y la sonata «Appassionata», donde explora un lenguaje muy expresivo que abre camino al Romanticismo. Este giro refleja la transición hacia obras plenas de emocionalidad y llenas de contrastes, características del estilo romántico que transformó la música clásica de su época... y de paso, mi vida entera, para siempre.
Si uno quisiera poner ejemplos concretos, podría decir que son obras románticas consolidadas de Beethoven (aunque no las únicas): las cinco últimas sonatas para piano (la 28, Op. 101, la 29, Op. 106, la 30, Op. 109, la 31, Op. 110 y la 32, Op. 111), las Variaciones Diabelli Op. 120, la Missa solemnis, Op. 123, que he escuchado cientos de veces y mencionado acá en varias oportunidades, la Novena sinfonía Op. 125 y los últimos cuartetos de cuerda (Op. 127, 130, 131, 132, 135), incluyendo la Gran Fuga, Op. 133.
Debo aclarar, para que nadie se llame a engaño, que, a mí, Beethoven me gusta todo, no solo las obras que podrían considerarse románticas, sino también las anteriores. La cosa es que el Romanticismo es el tema que nos convoca hoy.
Los compositores más destacados del período romántico, además de Beethoven, por supuesto, incluyen a Schubert, Berlioz, Chopin, Schumann, Liszt, Wagner, Verdi, Brahms, Tchaikovsky, Dvořák, Mahler y, por supuesto, Felix Mendelssohn, motivo de la reflexión de hoy.

No es que Mendelssohn, el compositor alemán que vivió de 1809 a 1847 (tenía solo 38 años cuando murió), haya estado ausente de mi vida. De hecho, he escuchado muchísimas veces su Concierto para violín en mi menor, Op. 64, porque hace parte de los cuatro conciertos para violín más destacados de la historia, junto a los de Beethoven, Tchaikovsky y Brahms. Todavía recuerdo tararearles a mis hijos la melodía de este concierto, y de los otros tres, hace ya más de 25 años:
Todavía recuerdo tararearles a mis hijos la melodía de este concierto, y de los otros tres, hace ya más de 25 años
Lo que sucede es que su música es tan maravillosa (la de Mendelssohn) que debería explorarla con más cuidado.
En los últimos días he escuchado varias veces los Piano Tríos 1 y 2 de Mendelssohn, que son maravillosos.

Antes de entrar en ellos, me parece pertinente explicarles por qué el título de esta columna es «Mendelssohn-Bartholdy».
La incorporación del componente «Bartholdy» ocurrió cuando la familia dejó el judaísmo para volverse protestante
Cómo les parece que el apellido «Mendelssohn» proviene del lado paterno de la familia. Felix Mendelssohn fue hijo de Abraham Mendelssohn y nieto del filósofo judío Moses Mendelssohn. La incorporación del componente «Bartholdy» ocurrió cuando la familia dejó el judaísmo para volverse protestante. Fue Abraham Mendelssohn quien adoptó este apellido, que pertenecía a un tío materno del compositor, como parte de este cambio tanto religioso como social.
El propósito del papá de Felix Mendelssohn al añadir «Bartholdy» fue claro: marcar una separación con el entorno judío en el que crecieron y reflejar su nueva identidad como cristianos luteranos, evitando así el antisemitismo de la Alemania de la época. Como resultado, Felix fue bautizado con el nombre completo «Jakob Ludwig Felix Mendelssohn Bartholdy». Sin embargo, en el ámbito musical y literario, es común que su nombre aparezca abreviado como Felix Mendelssohn.
Al parecer, muchos judíos de hoy en día están abandonando Israel y, probablemente, cambiando de apellido y, a lo mejor, de religión, buscando darles a sus hijos y nietos un entorno libre de problemas, en el que puedan vivir en paz. La verdad es que el proyecto sionista, que buscaba proveerles a los judíos una tierra segura, donde pudiesen practicar tranquilos su religión, ha fallado por completo. No hay un lugar más peligroso en el mundo para ser judío hoy en día que los territorios ocupados en Palestina. Tampoco es seguro para ellos el territorio que tenían antes de 1967 y el antisemitismo, por desgracia, está creciendo en el mundo entero. El daño reputacional que el genocidio de Gaza y la limpieza étnica le han producido al Estado de Israel, e incluso a sus socios, es grande e imposible de ocultar.
El daño reputacional que el genocidio de Gaza y la limpieza étnica le han producido al Estado de Israel, e incluso a sus socios, es grande e imposible de ocultar
Espero que nadie se llame a engaño: rechazo de forma contundente el antisemitismo y cualquier forma de racismo o discriminación por motivos de raza, religión, preferencias sexuales, etc. No critico a los sionistas porque sean judíos, sino por lo que llevan décadas haciendo en la histórica Palestina. Los critico por las atrocidades que están cometiendo, no por la religión que profesan.
En fin, volviendo a la historia del apellido de Mendelssohn, hoy en día, el nombre del compositor suele escribirse con el apellido compuesto, «Mendelssohn-Bartholdy», solo en ediciones académicas y en contextos musicológicos. En el uso cotidiano, su obra y legado son casi siempre identificados con el nombre «Felix Mendelssohn».
Les decía que en los últimos días he estado escuchando los Piano Tríos 1 y 2 de Mendelssohn. Y son fabulosos
Les decía que en los últimos días he estado escuchando los Piano Tríos 1 y 2 de Mendelssohn. Y son fabulosos.
El No. 1, en re menor, marcado con el Op. 49, o MWV Q29 por la clasificación «Mendelssohn-Werkverzeichnis», compuesto en 1839, es dramático y enérgico. Tiene un movimiento tranquilo, más íntimo, con pasajes que rememoran el período clásico. Luego viene un Scherzo ligero que requiere mucho virtuosismo de los tres intérpretes. El último movimiento vuelve a ser dramático y enérgico. Pude leer en Wikipedia que en este trío «Mendelssohn siguió el consejo de un compañero compositor, Ferdinand Hiller, y reescribió la parte para el piano en un estilo más romántico, siguiendo las formas de Robert Schumann, lo que aumentó considerablemente su efecto». Este trío es sensacional.
El piano trío No. 2, Op. 66, o MWV Q33 por la clasificación que ya mencioné, fue compuesto en 1845. Inicia con un Allegro que tiene una atmósfera algo más oscura que la del trío anterior. El Andante espressivo funciona casi como un descanso a la tensión del primer movimiento. En el tercer movimiento, el Scherzo, Mendelssohn recurre nuevamente a ese «estilo scherzando», famoso en su «Sueño de una noche de verano». El llamado «estilo scherzando», también empleado en el Scherzo del trío anterior, es ligero y rápido. Los instrumentos dialogan con rapidez y precisión, creando un ambiente que pretende generar un aura casi mágica. El movimiento final, como no podría ser de otra forma, cierra la obra con un tono apasionado. El compositor incluye una variedad de texturas que culminan en un final que tiene una fuerza muy especial. Otro trío del otro mundo.
No voy a comparar a Mendelssohn con Beethoven porque eso sería una estupidez en la que no pienso caer. Solo puedo decirles que estos tríos logran llevarme a un mundo parecido al que Beethoven suele llevarme. Por algo Mendelssohn es considerado uno de los grandes exponentes del Romanticismo temprano.
La versión que estoy escuchando es del sello Pentatone y fue publicada en junio de 2006. Tiene a Julia Fischer en el violín, Daniel Müller-Schott en el violonchelo y Jonathan Gilad en el piano. Está en Qobuz en alta resolución, 96 kHz y 24 bits, en Tidal y Spotify. Me imagino que también está en los otros servicios de streaming más populares.
En YouTube hay una versión tocada por el Trío ATOS, del Op. 49. Tiene más de 280.000 visitas y suena bien:
También encontré una versión de los mismos artistas del Op. 66. No es el sonido de Qobuz, pero se las dejo por si les resulta de interés:
Escuchen estos dos tríos para violín, chelo y piano. Son piezas fundamentales del repertorio romántico.
Escuchen estos dos tríos para violín, chelo y piano. Son piezas fundamentales del repertorio romántico
Coda: no me pude aguantar las ganas de dejarles un enlace a la famosa obra de Mendelssohn «El sueño de una noche de verano», Op. 61. Acá la interpreta la orquesta sinfónica de McGill, bajo la dirección artística de Alexis Hauser. Está la obra completa, que contiene la obertura escrita en 1826, y la música incidental, compuesta en 1842. El séptimo movimiento de la obra completa, que corresponde al acto 4, es la famosa marcha nupcial (minuto 34:39 del video), que espero nunca tengan que escuchar porque se están casando (LOL):
Hay una mejor versión en Qobuz, en 96 kHz y 24 bits, interpretada por el Coro y Orquesta de la Radio de Baviera.
Nota posterior al cierre: tengo en mi librería de Roon otra versión de Qobuz de los «Piano Trios» de Mendelssohn, del sello Sony Classical, en formato FLAC (sin pérdida), a 96 kHz y 24 bits, con Joshua Bell en el violín, Steven Isserlis en el violonchelo y Jeremy Denk en el piano. Es formidable. Vale la pena darle una mirada o buscarla en los otros servicios de streaming:
Fantástica, enorme, sensacional columna. Gracias por sus comentarios muy autorizados. Le comparto que sigo al Genio de Bonn como el más grande de la historia de la música, sin dejar de admirar a tantos otros compositores como quienes usted nombró, especialmente, Franz Schubert. Gracias nuevamente.
PD. Comparto plenamente las precisiones acerca de los periodos musicales.