SCHUBERT Y LAS TRUCHAS
Descubra cómo un pez de río inspiró dos obras maestras en la opresiva Viena de Metternich
Si no quiere leer, esta es la columna en mi propia voz. No leo como lo haría un locutor, me equivoco en ocasiones, pero soy yo mismo, no una voz clonada con inteligencia artificial (puede escucharse cómodamente a 1.5x de velocidad). De todos modos, sugiero mantener los ojos sobre la columna, porque no solo hay material audiovisual incorporado, sino que puede haber cosas escritas que no están en la versión de audio
Cuando pienso en Franz Schubert, lo primero que me viene a la mente es una trucha... o varias. Sí, ese pez que parece un salmón pequeño y que forma parte de la familia Salmonidae y de la subfamilia Salmoninae.
Entiendo que en el mundo hay más de 20 especies de truchas. Algo investigué para saber que en Austria vive la Salmo trutta fario, muy común en los ríos y lagos de las zonas de los Alpes del centro de Europa, tanto en Austria como en Alemania. No puedo asegurarlo al 100%, pero me imagino que es la misma especie, o una muy parecida, que existía en tiempos de Schubert, quien vivió de 1797 a 1828.
Le pedí a Midjourney una imagen de una de estas truchas en algún río cercano a Viena. El resultado se parece mucho a las truchas de esa especie que encuentro en internet.
Con la ayuda de la suite de IA de Freepik obtuve una simpática animación de esta escena:
Midjourney también me ayudó a recrear lo que podría ser un río en los Alpes austríacos, en una pintura de la época. El resultado me gustó mucho, me hizo sentir bien, y por eso lo comparto con ustedes.
Lo cierto del caso es que Schubert tiene mucha música extraordinaria
Lo cierto del caso es que Schubert tiene mucha música extraordinaria. Basta con mencionar el «Ave María», D. 839, los «Impromptus» del Op. 90 y 142, el «Cuarteto de cuerda No. 14, La muerte y la doncella», D. 810 y la «Sinfonía No. 9», conocida como «La Grande», catalogada como D. 944.
Mi primer contacto con el compositor es por aquello de «La Trucha», que me ha acompañado por muchos años
Todas estas obras son magníficas; sin embargo, mi primer contacto con el compositor es por aquello de «La Trucha», que me ha acompañado por muchos años. Es por esto, por lo que de «La Trucha», que no es una, sino dos, es que quiero hablarles hoy.
El imperio francés, liderado por Napoleón Bonaparte, se embarcó en una serie de guerras contra varias coaliciones de potencias europeas. A esta serie de conflictos los conocemos como las «guerras napoleónicas», que terminaron el 18 de junio de 1815, en la famosa Batalla de Waterloo. Me imagino que no tengo que decir que el imperio francés fue el que perdió.
Es muy normal que luego de una guerra importante los ganadores se reúnan para repartirse el mundo
Es muy normal que luego de una guerra importante los ganadores se reúnan para repartirse el mundo, o su mundo, el que estaba en guerra. Eso pasó luego de las guerras napoleónicas: se realizó en 1815 el famoso «Congreso de Viena», presidido por el canciller austríaco Klemens von Metternich. Este evento reunió a representantes de las principales potencias, es decir, Austria, Rusia, Prusia, Gran Bretaña y Francia, así como a dignatarios de otros estados menores. Produjeron un documento en el que plasmaron la forma de sofocar cualquier intento revolucionario o liberal que amenazara el orden establecido. Austria se convirtió en un estado centralizado con estrictas medidas de censura y vigilancia para evitar cambios revolucionarios. Es por eso por lo que a la Austria que siguió a las guerras napoleónicas se le suele llamar la «Austria de Metternich», que simboliza un periodo de reacción ultraconservadora que intentó frenar los ideales liberales surgidos después de la Revolución Francesa y las guerras napoleónicas.
En algo se me parece a lo que estamos viviendo hoy en día en algún país del norte, donde ya sus ciudadanos no pueden ni opinar. ¡No aprendemos un carajo!
Ojo a esto, para no confundirse. Al congreso de Viena fue Metternich como representante de Austria, pero el emperador era Francisco I, que viene a ser el último emperador del Sacro Imperio Romano Germánico y el primer emperador del recién creado Imperio Austríaco. Ese señor gobernó bajo el título de «Emperador de Austria» después de la disolución del Sacro Imperio, que ocurrió como consecuencia de las guerras napoleónicas. Metternich fue la mano derecha de Francisco I y se desempeñó como su principal diplomático y estratega político. Ambos compartían una visión ultraconservadora que buscaba preservar el poder de las monarquías tradicionales, frente a los movimientos liberales y nacionalistas. Fue Metternich quien montó un sistema de censura y vigilancia conocido como «Estado policial», destinado a sofocar cualquier intento revolucionario o liberal dentro del Imperio. Algo de eso hemos visto en la comarca.
Metternich montó un sistema de censura y vigilancia conocido como «Estado policial»
Para resumirles la historia, Francisco I proporcionó el respaldo político necesario para que Metternich liderara la política del Imperio Austríaco, consolidando juntos un modelo ultraconservador que marcó la Europa de la Restauración.
¡Un par de bellezas los señores!
Las estrictas medidas de censura de Metternich limitaron la libertad de expresión, como está pasando hoy, al norte de donde vivo. Por este motivo la cultura se refugió en salones privados, cafés literarios y círculos íntimos.
Viena se llenó de partituras destinadas a ser interpretadas en el ámbito doméstico
Fue durante la «Austria de Metternich» que Schubert compuso sus dos «Truchas». Tranquilos, ya les voy a contar por qué son dos. Lo que creo que vale la pena entender es que el clima de censura y restricciones de la época hizo que florecieran reuniones musicales caseras. Viena se llenó de partituras destinadas a ser interpretadas en el ámbito doméstico. Allí se destacó el lied, o la llamada «canción artística», como forma relativamente fácil de hacer música en casa, porque solo se necesitaba un piano y una voz. ¿No ve que eso de aparecer en público, ni pensemos en opinar, era muy peligroso? El clima político actual en algún influyente país vecino nos hace más fácil entender de qué iba la cosa.
Fue durante estos años que se volvieron famosas las llamadas «Schubertiadas», que no eran otra cosa que tertulias musicales informales en casas de amigos, donde Franz Schubert compartía sus lieder y piezas de cámara con artistas e intelectuales afines.
Siendo así, los compositores como Schubert podían experimentar con nuevas expresiones románticas, siempre que evitaran desafíos frontales al orden establecido. «Die Forelle», traducido «La Trucha», y el Quinteto «La Trucha» (sí, con el mismo nombre, tranquilos que ya lo aclaramos) nacieron en este contexto: fueron obras pensadas para ser disfrutadas en privado, sin que fueran asociadas con encargos oficiales ni con fines políticos o de propaganda. Estos compositores se dedicaron a expresar su gusto por la naturaleza y la poesía, en la restrictiva Viena postnapoleónica.
En 1817 Schubert tenía apenas 20 años y atravesaba una etapa de transición crucial en su vida personal y profesional. A esto tan rimbombante hoy le decimos adolescencia, un momento complicado de la vida en el que toca tomar decisiones para las que uno no está preparado, como la profesión a la que se va a dedicar, por ejemplo. Schubert era hijo de un maestro de escuela y en su juventud temprana tuvo dos actividades: la formación musical y la obligación de trabajar como ayudante de maestro, en la escuela de su padre.
Afortunadamente el compositor corrió su riesgo y se decidió por la música. Tengo un hijo que tomó esa misma decisión a temprana edad. ¡Bien por él!
Fue en 1817, cuando compuso un corto lied, de solo dos minutos de duración, al que llamó «Die Forelle», (Op. 32, D. 550)
Fue en ese año, 1817, cuando compuso un corto lied, de solo dos minutos de duración, al que llamó «Die Forelle», (Op. 32, D. 550), que se traduce como «La Trucha». Yo escribo el título de esta canción en alemán y lo leo de forma literal, a lo bruto, para diferenciarla del posterior quinteto, que habría de tener el mismo nombre.
La narrativa de «Die Forelle», el lied, evoca imágenes de una trucha que nada tranquilita en un arroyo hasta que un pescador logra atraparla tras lograr tornar turbia el agua. El poema fue escrito por Christian Friedrich Daniel Schubart y la parte musicalizada por Schubert excluye los versos finales, en los que el poeta intenta advertir a las jóvenes sobre los engaños de los hombres. Esta modificación, además de evitar una referencia sexual y/o moral, no muy apta para la sensibilidad de la época, tuvo el efecto artístico de enfocar la canción en lo que pasaba en el momento, es decir, el disfrute y posterior decepción al ver al pez atrapado, y no en la moraleja final. Este cambio también permitió que la canción fuera cantada tanto por voces masculinas como femeninas sin incongruencias, pues eliminó la voz poética masculina aconsejando a una joven mujer. ¡Buena decisión!
Yo tengo que confesar que cuando traduzco al español poemas escritos originalmente en alemán, encuentro difícil «ver» el poema que hay detrás. Debe ser por lo diferentes que son ambos idiomas. De todos modos, me encontré en la red una traducción de la letra, para quien pueda tener interés:

Así dure solo dos minutos, «Die Forelle» es una de las obras más representativas de Franz Schubert, que ha cautivado tanto a la crítica especializada como a nosotros, los oyentes
Así dure solo dos minutos, «Die Forelle» es una de las obras más representativas de Franz Schubert, que ha cautivado tanto a la crítica especializada como a nosotros, los oyentes, con su belleza sencilla y su profunda expresividad. En resumen, la canción es hermosa. Se trata de una forma relativamente sencilla pero eficaz, en la que la repetición se fusiona con la variación, para fortalecer la narrativa del poema original. La interacción entre la voz y el acompañamiento musical establece un diálogo muy bello, que potencia mucho la expresividad del texto.
Estoy escuchando la versión de Dietrich Fischer-Dieskau, publicada en Warner Classics en 2005. Está en Qobuz, por supuesto:

También se puede conseguir en YouTube:
Todo parece indicar que a Schubert le quedó sonando el tema de «La Trucha». Dos años después, en 1819, compuso un quinteto homónimo, identificado como D. 667.
Pero toca explicar mejor el contexto, que resulta importante, ya verán. Steyr es una ciudad austríaca que se encuentra junto al río Enns y el río Steyr. La investigación que hice para esta entrada me indica que allí vivía un rico comerciante y melómano que se llamaba Sylvester Paumgartner. Según el cuento, Schubert pasó el verano de 1819 en Steyr y solía asistir a veladas musicales en casa de Paumgartner. El acaudalado comerciante conocía un quinteto de Hummel para la no convencional mezcla de piano, violín, viola, violonchelo y contrabajo y deseaba contar con una pieza similar compuesta por Schubert.
Además, a Paumgartner le encantaba el lied «La Trucha», o sea «Die Forelle», de Schubert, por lo que le propuso un reto amistoso, como los de Instagram o TikTok, pero en 1819: el reto era componer un quinteto para piano y cuerdas, «a la manera de Hummel» (es decir, para ese grupo instrumental), que tuviera variaciones del lied «Die Forelle» (Op. 32, D. 550). Así nació el famoso quinteto «La Trucha», D. 667, una de las obras de cámara más célebres y queridas del repertorio romántico.
Así nació el famoso quinteto «La Trucha», D. 667, una de las obras de cámara más célebres y queridas del repertorio romántico
Vale la pena aclarar que el grupo típico para un quinteto de cuerdas con piano en la época consistiría en un piano, dos violines, una viola y un violonchelo. Al agregar un contrabajo, reemplazando al segundo violín, el grupo instrumental empleado en «La Trucha», D. 667, es considerado poco usual.
Lo interesante es que el contrabajo adicional le permitió a Schubert explorar texturas y colores sonoros más ricos y profundos. Esto hizo que la obra no solo tuviera un mayor rango tonal, sino que también facilitó la interacción entre los instrumentos, donde cada uno aporta matices y contrapuntos que enriquecen la narrativa musical. Al liberar al violonchelo de la función exclusiva de bajo, uno puede escucharlo cantar en el registro medio, mientras el contrabajo sostiene la base armónica.
Al liberar al violonchelo de la función exclusiva de bajo, uno puede escucharlo cantar en el registro medio, mientras el contrabajo sostiene la base armónica
¡Una maravilla!
Este quinteto ha formado parte de mi vida por muchos años. En mi juventud, cuando tenía la arrogancia que se requiere para eso, solía llamar a esta obra «la truchita». Parecía un título despectivo, como si fuera una pieza musical menor, pero en realidad era el afecto que me movía por la obra lo que me hacía llamarla de este modo. La escuchaba una y otra vez, y cada vez le descubría rasgos nuevos. Era como esos apodos cariñosos que le ponemos a los amigos cercanos. Hoy, con más años, después de cientos de escuchas y quizás con menos soberbia, sigo disfrutando mucho «La Trucha», el quinteto D. 667, aunque le quité el diminutivo, para darle el respeto que merece.
Este quinteto sigue en general el esquema clásico de cuatro movimientos, pero Schubert adicionó un quinto movimiento extra, ubicado como cuarto, que es un Andantino con tema y variaciones. Todos los movimientos son muy bellos, pero sin duda el corazón de la obra es el cuarto movimiento, que incorpora las variaciones sobre el lied «Die Forelle».
«La Trucha», la D. 667, es un quinteto fresco, de cerca de 40 minutos, fácil de escuchar y bello como pocos. Por estos y otros motivos que no voy a discutir para no extender demasiado esta entrada, esta obra se ha instalado con justicia como una pieza indispensable en el estudio y la interpretación de la música de cámara del Romanticismo.
Esta obra se ha instalado con justicia como una pieza indispensable en el estudio y la interpretación de la música de cámara del Romanticismo
He estado escuchando la primera versión que conseguí, grabada en 1993 para el sello Deutsche Grammophon. Los músicos a cargo fueron James Levine al piano, Gerhart Hetzel en el violín, Wolfram Christ en la viola, Georg Faust en el violonchelo y Alois Posch en el contrabajo.
También está en Qobuz, como no podría ser de otra manera.
En YouTube se encuentra el cuarto movimiento de esta versión:
También en YouTube hay una versión histórica de «La Trucha», D. 667, grabada en 1969 por Jacqueline du Pré en el chelo, Daniel Barenboim al piano, Itzhak Perlman en el violín, Pinchas Zukerman en la viola y Zubin Mehta en el contrabajo, todo en el Queen Elizabeth Hall de Londres. Este concierto se ha vuelto legendario y el video tiene material complementario que podría resultarles de interés (clic donde corresponde para ver el video directamente en YouTube):
De hecho, hay una película sobre este concierto. Solo he podido encontrarla en una plataforma que se llama Medici.tv, a donde hay que suscribirse para poder verla, y no es barato.
Hay otra muy buena versión del quinteto en el canal de YouTube de la Sociedad Filarmónica de Viena:
También vale la pena otra versión más nueva, grabada en vivo en el Wigmore Hall de Londres, el 21 de marzo de 2018:
Si no conocían «las truchas» de Schubert dense un regalo invaluable escuchándolas
Si no conocían «las truchas» de Schubert dense un regalo invaluable escuchándolas. Si ya las conocían, como me puedo imaginar, recordarlas es siempre un bálsamo para el alma, en especial en esta época de tantas tribulaciones y de tanto acto atroz, cometido por muchos seres humanos carentes de humanidad.
Me voy a dar el regalo de escuchar esta recomendación musical. Gracias.!